En el niño puede haber una amplia variedad de afecciones relacionadas con la columna de diferente origen y gravedad y cuya presentación y manejo puede ser característico de los niños. Algunas de las más importantes y frecuentes que solemos manejar en nuestra especialidad son:
Anomalías de la unión craneocervical
Suelen ser de origen congénito y su problema principal es que pueden producir un compromiso neurológico debido a su íntima relación con las estructuras nerviosas. Es importante hacer un estudio preciso y valorar si conllevan inestabilidad en los movimientos vertebrales, o producen compresión o contusión de la médula espinal o nervios, deformidad o dolor. En ocasiones, de manera secundaria asocian malformación de Chiari tipo 1 compleja (descenso de las amígdalas cerebelosas y compromiso de espacio en la región espinal alta) que se puede considerar secundaria a la malformación ósea. Otras veces asocian siringomielia (acumulación de líquido en el interior de la médula espinal).
Escoliosis y otras alteraciones en la alineación de la columna
De diferentes orígenes y grados. Pueden ser secundarias a afecciones neurológicas en la médula espinal (siringomielia, anclaje medular…) y en ocasiones parte del tratamiento consiste en tratar inicialmente el origen de la afectación neurológica para evitar su progresión. El resto del tratamiento ortopédico en nuestro medio suele llevarse a cabo por traumatólogos especializados en esta patología. Además, es fundamental el manejo adicional por rehabilitación y fisioterapia con ejercicio, ortesis y seguimientos periódicos.
Disrafismos espinales y anclaje medular.
Los hay de varios tipos:
- Disrafismos ocultos sin malformación en el cono medular u otras partes de la médula espinal. La mayoría de estos no tienen ninguna implicación en la calidad de vida ni precisan de manejo específico.
- Disrafismos ocultos con malformación nerviosa: Se presentan por alteraciones cutáneas en torno a la línea media de la espalda o ya por deformidades o déficits neurológicos. A menudo suelen asociar anclaje medular de diferentes tipos y de diferente complejidad en el manejo. La mayoría de ellos requiere de cirugía para desanclar la parte final de la médula con el objetivo de evitar o disminuir el riesgo de desarrollar déficits neurológicos (alteración en la fuerza o sensibilidad en miembros inferiores, deformidades, alteración en el funcionamiento de la vejiga o esfínteres o dolor). Esta cirugía debe ser precisa y acompañada de monitorización neurofisiológica intraoperatoriamente con el objetivo de guiar la cirugía y evitar empeoramiento neurológico perioperatorio.
- Disrafismos abiertos: son los que al nacimiento ya muestran un defecto en la piel en línea media con salida de las cubiertas o del propio tejido nervioso. Durante el embarazo se suele hacer un despistaje para diagnosticarlo precozmente y advertir a los padres de dicha deformidad. En ocasiones, el embarazo sigue adelante y requieren reparar dicha malformación de manera urgente al nacer para evitar mayores complicaciones. Este grupo suele asociar otras alteraciones en el sistema nervioso central, entre ellas hidrocefalia.
Tumores medulares o vertebrales:
Hay diferentes tipos de tumores medulares que solemos tratar. Desde tumores benignos y bien circunscritos hasta otros de mayor agresividad y extensión de afectación. Su tratamiento suele empezar con una intervención quirúrgica cuya radicalidad puede ser diferente según la necesidad de cada caso. Dada la complejidad de estos tumores, cada uno de estos casos debe ser revisado de manera concienzuda y manejado por un grupo de profesionales especializado y con experiencia en ello, que incluye radiólogos, oncólogos, radioterapeutas, patólogos, ortopedas, rehabilitadores y neurocirujanos.
Traumatismo espinales
Pueden producir fracturas vertebrales o lesiones ligamentarias que pueden requerir de valoración urgente o semiurgente, ya sea o no quirúrgico el tratamiento.
Patología vascular espinal
En niños es poco frecuente pero, si se presenta, la forma de manejo la establece el neurocirujano habitualmente.
En este tipo de enfermedades es importante explorar con minuciosidad los signos clínicos, cuál ha sido la forma de presentación y tener estudios de imagen suficientes y de buena calidad para poder hacer una recomendación de manejo. Obviamente, lo ideal es que dicha valoración sea realizada por un neurocirujano pediátrico entrenado en su manejo.